martes, enero 30, 2007

Bitácora de Excursión
Día 1
Parte 1

Dieron las 5:30 de la mañana del sábado 13 de enero, mi mirada estaba fija en el techo de mi cuarto iluminado por la luz naranjada que despedía el calefactor eléctrico. Me incorporé en forma lenta y respiré profundamente. Comenté para mis adentros, con una sonrisa involuntaria, que esos habían sido los últimos momentos que pasaba dentro de mi acogedor lecho así que me levanté para comenzar a vestirme, el despertador de mi celular sonó y estiré mi mano para acallar el molesto sonido. Salí de mi habitación y en otra pieza estaba Yenni, a quien le avisé que comenzara a prepararse pues sólo tendríamos poco menos de una hora para partir hacia la central de autobuses de la ciudad para encontrarnos con Gabriela y Juan Carlos mi hermano.

Comencé a desenvolver la ropa que me pondría y que había alistado justo unas cuantas horas antes. Un traje térmico, los calcetines pachones de alpaca, mi pantalón cargo, un par de playeras gruesas, mis superbotas de excursión, mis guantes de lana, las manoplas de nieve, los goggles y mi chamarra. De vez en vez me daba cuenta de que resultaba hasta excesivo todo lo que llevaba, pero doy gracias a Dios de no haber dejado algo de eso en casa.

Terminándome de vestir revisé por enésima vez mi mochila, sólo unos cuantos detalles más mientras escuchaba a Yenni que me preguntaba desde la otra pieza acerca del clima y no se que tantas cosas (es que es muy parlanchina jejeje) al mismo tiempo revisé la mochila de ella y me aseguré que todo estuviera en orden. Le eché un vistazo al ambiente exterior a través de la ventana de mi cuarto y percibí que predominaba el clima frío pero soportable y tranquilo, sin viento ni nubes que presagiaran lluvia. Miré el reloj y me di cuenta que eran las 6:25, habíamos quedado de vernos a las 6:30 en la central, así que el primer cosquilleo de nervios en mi estómago me alarmó y apuré a Yenni para que terminara de alistarse, un par de minutos más tarde estábamos listos para partir, pero un tanto mas cuanto retrasados. El autobús salía irremediablemente a las 7:00 a.m. en punto, así que habría que correr o teletransportarse, salimos de mi casa a toda máquina.

Me sentí aliviado cuando llegamos a la central, lo hicimos increíblemente en 15 minutos, allí ya estaban Juan Carlos y Gaby esperando nuestra llegada, a mi brother le detecté cierta tensión y esa miradita de “ya era hora ca%$&!” en cuanto llegué a saludarles atinó a apurarme para acompañarlo al mostrador para preguntar acerca del número de autobús que nos llevaría hasta Samachique. La amable señorita nos confirmó que la unidad ya estaba en el andén, así que nos dimos prisa para salir de la sala de espera. Gaby se despidió de sus padres y de su novio, quien iba a ir a la excursión también, pero que por motivos de trabajo y otras dificultades de último momento no se lo permitieron, así que habiendo hecho las respectivas despedidas, nos encaminamos hacia los andenes.

Inmediatamente detectamos el flamante y ultramoderno transporte jejeje ;) estacionado a pocos metros de la puerta de acceso, subimos el equipaje y nos trepamos sin más, entre chascarrillos y comentarios diversos esperamos a que se diera la hora y partimos por fin a eso de las 7:15 a.m. Nos esperaría un camino de poco más de 7 horas ya que tuvimos la suerte de realizar interminables paradas para recoger gente que se encontraba en la carretera a mitad de la nada. Eso sin contar las paradas en los poblados más o menos grandes como Cd. Cuauhtémoc, San Juanito, Bocoyna y otros tantos de menor población que quedaban en puntos circunvecinos. Todo el trayecto el clima se torno muy agradable, soleado y cálido hasta el punto de ser sofocante, por lo que tuvimos que deshacernos de las chamarras, chalecos y abrigos. Después de algunas horas alcanzamos (alrededor de las 2:30 p.m.) a detenernos en un sitio llamado “La Casita” que viene a ser el entronque de la carretera principal con el camino de terracería que lleva a Samachique. Como era de esperarse, el autobús sólo se detuvo en la intersección y tuvimos que bajar todo el mochilerío. Al bajar del autobús detectamos una ligera onda gélida que predominaba en el ambiente, el cielo estaba densamente nublado así que gorros, guantes y chamarras volvieron a ser parte de la indumentaria de rigor. Poco después de bajar del autobús Gaby sufrió un ataque de náuseas pues venía un poco enferma de mareo, ya que son interminables las curvas que trepan y bajan los acantilados y montañas del tramo de Creel hasta el punto donde nos encontrábamos. Después de unos cuantos cánticos a Oaxaca, “hablarle al mostro” y “Llamarle a Hugo” jejeje ustedes captan no? Jejeje ;) Gaby por fin se repuso y después de ese pequeño incidente nos preparamos para partir, acomodamos a nuestras espaldas lo mejor que pudimos nuestro equipaje y comenzamos a andar. En ese punto comenzaba nuestra caminata.
Continuará…

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